lunes, 30 de mayo de 2011

18-05-11

         Resulta una hipocresía esa pudibundez que muestra el chavismo por Walik Mackled, y a quien ahora recién se acaba de descubrir que es uno de los más conspicuos varones de la droga en este momento del mundo entero, y, en ese sentido, pretende endosárselo a la oposición; que sería la misma audacia que pone aquél que grita en medio de la muchedumbre: “El ladrón, allá va el ladrón”, siéndolo él; lo que significa que en ambos casos hay una proyección, pero mientras el uno se pasa de vivo, el otro se pasa de sonso.
         ¿Cómo es posible, se pregunta la opinión pública,      que a este hombre se le haya dado la administración del puerto más importante del país, como es el de Puerto Cabello? En esta oportunidad, el chavismo no responde a la interrogante, sino que apela al recurso de huir hacia delante, y así se rasga las vestiduras; indignada esta gente porque la oposición se ha dado a la defensa de los derechos de este criminal.
         El chavismo no puede decir nada, en ese sentido, porque ha trascendido que este señor financió a Hugo Chávez en varias de sus campañas electorales. He aquí donde se capta el efecto de la onda expansiva que implicó el triunfo de Hugo Chávez en aquel aciago 2003, cuando fracasa el paro cívico nacional, y hay la impresión de un suicidio político, sobre todo, porque la sociedad civil ha quemado sus naves en esa contienda, y hay un Chávez que, en forma satánica, y con su mente muy infantil, comienza a decir que ahora le toca la hora de batear, como si se tratara de un juego de beisbol; en lugar de convocar a la unidad nacional, y es cuando se inicia el proceso de persecuciones; pero también el momento en que se inicia la decadencia ética de su mandato, si se tiene presente que, para poder triunfar, ha tenido que pactar con este tipo de sujeto. ¿Aprendió a hacerse el ciego nuestro teniente coronel a partir de allí?
         De hecho, la administración del mencionado puerto se le quitó a la gobernación del estado Carabobo, para pasarla a las manos de este señor. No era que Chávez estuviera ciego frente a esta circunstancia; era que no quería ver, y entonces le comenzó a dar largas al asunto, seguramente, habida cuenta de que aquel señor pasó a ser su Mefistófeles, arrendador de su alma; toda vez que le debía su rato en la presidencia; habiéndole facilitado su flota de camiones, en especial, cuando Pdvsa se le paralizó.
         He allí el problema del varón de la droga latinoamericano, y el que por afán de nuevo rico descubre en el camino el populismo, y es cuando comienza a introducir también sus tentáculos en la política, y es esto lo que, finalmente, acaba con ellos: en la medida en que más reciben, más quieren; pero también se dan cuenta que, para poder operar con absoluta impunidad, necesitan de asirse de una importante cuota de poder o establecer cambalaches con la gente del poder, que fue lo que sucedió en esta ocasión, cuando Mackled empezó a comprar generales, como él mismo lo ha dicho, y cuyos nombres los referirá en su oportunidad, además de cuanto funcionario se le atravesaba en su camino; son sujetos que se comen la raya amarilla una y otra vez, porque no saben administrar ese poder que tienen, y así que se les va la mano: asesina a un veterinario, asesina a un periodista. Llega un momento en que “el diablo” ya no se aguanta más, y como Chávez no sabe ser agradecido con nadie, menos con un sujeto que ahora ya no le sirve para nada, puesto que ya lo utilizó para lo que lo necesitaba, entonces se lo sacude, y es cuando se descubre que el maldito es solemne narcotraficante, y que como es posible que esa oposición perrorabiosa venga a defenderle sus derechos.
         El hecho de que mis colegas en sus notas informativas hablen de un supuesto narcotraficante, para el caso de Mackled constituye una especie de beneficio de la duda que uno le estaría brindando a este sujeto, ya que les parece que debería ser tratado de un modo feroz por nosotros; decirle a secas narcotraficante, y la verdad sea dicha que esto se hace para nuestra protección en el ejercicio de nuestra profesión; así como hoy en día a los delincuentes, cuando se presentan a la prensa se les sugiere taparse la cara, habida cuenta de que gozan del beneficio de la presunción de inocencia; tanto más cuando a este señor no se le ha juzgado todavía, es decir, no ha sido condenado por tal delito, y no se le ha podido comprobar nada. Los cómicos del Canal 8, mejor dicho, los tragicómicos hoy hasta le mientan la madre, sobre todo, en aquellos programas que son los más escatológicos; toca madera esta gente, a los fines de quedar inmune, antes de pronunciar el nombre de Mackled, ya que a juicio de ellos este es el tratamiento que se le debe dar. Una pudibundez que raya en la hipocresía, como decíamos al comienzo, porque este señor fue la tabla de salvación de ellos en un momento determinado.
         Pero al mismo tiempo el chavismo es capaz de poner la mano en el fuego por otro terrorista de la talla de Muhamar Gadafi, y es aquí donde sale a relucir su verdadero rostro de tercermundismo resentido; alimentado, primero por un antiimperialismo muy extemporáneo para la actualidad; segundo por una supuesta identificación con aquellos pueblos que se han planteado una emancipación, como sería el caso de Libia, donde hay un Gadafi que ha reinado a sus anchas por décadas; con un programa de gobierno basado en un populismo, sino no se considerara un líder mesiánico, y yo me atrevería a decir que mucho más eficiente que el de nuestro teniente coronel, aunque un tanto más cerrado desde el punto de vista de la tolerancia política. Lo que significa: la misma gente de Mackled, partiendo de los respectivos sentimientos que abrigan frente a la humanidad, y es por eso que se valen del crimen para todas sus acciones, porque para ellos el fin justifica los medios, y que es la sorpresa que se acaba de llevar el chavismo, que ha descubierto que Mackled es eso.

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