El año pasado estimaban los economistas, para esta fecha, que el 2001 sería un año de congelamiento de incremento salarial; habida cuenta de que no era, propiamente, un año electoral, y que esta medida el gobierno la postergaría para el 2012; a propósito del evento electoral que nos espera, y para el cual nuestro teniente coronel está guardando todos los recursos. No obstante, el hombre ha tenido que disponer de una parte de ellos, es decir, descuadrar sus planes, y, en ese sentido, ha tenido que reconocer convenciones colectivas de los trabajadores de la administración pública, cuya discusión ha quedado paralizada por años; consecuencia de las muchas presiones que tiene, en especial, de la gente que le hace huelgas de hambre, y que llega un momento en que se cose los labios, ya que estamos ante un mandatario que ha demostrado una y mil veces que no quiere a este país, a pesar de que profese lo contrario.
Porque por ahí le venía el sector laboral venezolano, con motivo de esta situación de cumplimiento de renovación de convenciones colectivas vencidas, si tenemos presente que se había descubierto el recurso de la huelga de hambre; de modo que en lugar de darle la razón a los enfermeros, que estuvieron postrados en este estado por tres semanas, precisamente, a los fines de llegar a un acuerdo con el gobierno, a ese respecto, lo que hizo fue concederle este beneficio a todos los trabajadores de la administración pública, en su conjunto, y fue cuando entonces decretó la revisión de las escalas salariales a todos los niveles. De otra manera iba a tener otra huelga de hambre en ciernes, luego de llegar a un acuerdo con los enfermeros.
En efecto, este anuncio vino acompañado del decreto de aumento salarial de un 25%, además del relativo al bono de alimentación que ahora pasan a gozar todos los trabajadores activos de Venezuela; algo que alegró a las masas de seguidores del teniente coronel, tomando en cuenta la dosis de populismo que contiene la propuesta, pero que a la gente con una mayor conciencia preocupó, no sólo porque de inmediato esta medida va a incidir en el costo de la vida, desatándose con ello más la espiral inflacionaria; sin que este aumento llegue a cubrir la canasta básica, como se ha hecho ver también; sino porque, al final, terminará impactando en la oferta de trabajo, si se parte del hecho de que el patrón, a los fines de poder cubrir la erogación adicional que esto supone para su nómina, tendrá que despedir a unos cuantos trabajadores, estando en una temporada marcada por la recesión, pues a pesar de que se anuncia un crecimiento económico, éste será demasiado pequeño, de apenas 1,2%; cuando hay economías como la peruana que crecen hoy en día al ritmo de 7%, y esto sin contar con los recursos de la renta petrolera, que le da a nuestro teniente coronel hasta para comprar simpatías en el extranjero, a propósito de su carácter muy enamoradizo. Por lo demás, ese bono de alimentación es algo que ya se venía dando en Venezuela desde hacía más de diez años, cuando se comenzó a establecer el sistema del cesta-ticket, incorporado ya a los contratos de trabajo como un beneficio insoslayable, de modo que esto no es sino llover sobre mojado a ese respecto, que es donde se vuelve a manifestar la naturaleza demasiado populista de esta gente.
Es deplorable ver a Jorge Giordani regodearse en las cifras de un supuesto crecimiento económico que nos espera, y para el caso promete que hasta pueden producirse sorpresas, con motivo de los anuncios que hará el Banco Central de Venezuela en los próximos días relativos al comportamiento de nuestro PIB para el primer trimestre de 2011. Así dice que a partir de este momento retomaremos la senda de crecimiento económico que tuvimos en el 2004-2008, y es aquí donde cabe preguntarse muy a la venezolana: ¿con qué culo se sienta la cucaracha? El hecho es que este señor no explica cuáles fueron las causas del declive económico, que vino a continuación de esa bonanza, y entonces si uno se pone a ver resulta que aquellos años, que añora Giordani, y donde nuestro PIB llegó a colocarse a niveles de casi 15%; coincidieron con el auge de los precios del petróleo; cuando el barril se colocó por encima de 140 dólares; como resulta que dicho declive, y el que va desde finales de ese 2008 hasta finales de 2010, coincide con la llamada crisis financiera internacional, y momento en el cual el precio del barril de petróleo se coloca por debajo de los 40 dólares. Lo que significa que nuestro país depende de los vaivenes de los precios petroleros, lo que los economistas llaman la volatilidad del petróleo; pero algo peor aún: que somos un país mono-productor; el mismo país que se heredó de la tiranía de Gómez allá en la década de 1930, cuando escritores de talla de Arturo Uslar Pietri y Alberto Adriani hablaban de sembrar el petróleo, que no es sino diversificar nuestra economía.
No lo dijo, pero Giordani hizo ver que esa sorpresita sería un crecimiento económico de 4%, que es lo que espera el oficialismo que marque el PIB para el primer trimestre de este año; sin plantear ningún plan alternativo que pudiera dar lugar a ese fenómeno de reactivación casi milagrosa de un aparato productivo; además dijo en un tono de mucha emoción que la inflación estaba descendiendo. Obsérvese que la espiral en lo que va de año ha marcado seis por ciento, y de acuerdo al cálculo que hacen los economistas, esto representa una progresión para finales de 2011 de 34%, ¿vive en un paraíso perdido este señor, cuando asegura delante de Chávez que ocurre este fenómeno? De hecho, este lunes hemos amanecido con el anuncio de que será restituido el PVP en todos los artículos y bienes de consumo, y en un país donde se tiene controlada la inflación no se necesita de este marcaje; una profundización de la medida de control de precios, que demuestra, además, que la misma ha sido un completo fracaso; de modo que a ese ritmo a Chávez el dinero no le va a alcanzar para sus planes reeleccionistas, a menos que adelante la justa para junio de 2012.
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